El proyecto "Innovación para la seguridad y la soberanía alimentaria en la región andina" - IssAndes, se inició en marzo del 2011 y culminó en marzo del 2015. El proyecto fue ejecutado en Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia, con socios de agricultura, salud y educación en cada país. Fue coordinado por el Centro Internacional de la Papa (CIP) y financiado por la Unión Europea a través del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).
Este estudio de caso cuenta historias inspiradoras de cambio derivadas del proyecto propuesto por el acuerdo de colaboración entre el CIP y el FIDA y permitió recuperar 171 testimonios en los tres países, de los cuales los propios productores protagonistas priorizaron 24 casos que para ellos reflejaban mejor lo que había significado el proyecto. De estos 24 casos, se seleccionaron cinco historias, de las cuales tres son de Bolivia (sus historias recibieron puntajes más altos), seguidas de una de Perú y otra de Ecuador. Tres de ellas corresponden a mujeres y dos a varones.
Este artículo analiza algunos conceptos sobre el desarrollo de cadenas de valor como un tipo de intervención que promueve el crecimiento agrícola y apunta a mejorar los ingresos de los productores mediante el fortalecimiento de los vínculos entre las empresas y los pequeños productores.
El presente documento sistematiza una experiencia exitosa reconstruyendo la acción colectiva que se propició para la generación, desarrollo y difusión de dicho concepto de innovación y aplicando la perspectiva de sistemas de innovación para identifi car las etapas de la misma.
Las problemáticas de las empresas familiares trascienden fronteras, escalas, entornos y rubros. Dentro del sector agropecuario, las empresas familiares representan en 80 por ciento de las unidades productivas que hacen al desarrollo económico de Argentina y Uruguay. Esta iniciativa forma una comunidad virtual donde el público objetivo son los propietarios, socios, fundadores, asesores, gerentes, potenciales sucesores y toda persona interesada en los temas relativos a la empresa familiar, sin distinción de género o edad, del sector agropecuario de estos países.
México es considerado el centro geográfico de origen del género Agrave. El maguey pulquero (Agave mapisaga y A. salmiana) se produce y se utiliza en el centro de México para realizar una bebida fermentada tradicional, conocida como pulque, que se elabora y consume desde la época prehispánica, y que aún es una forma de subsistencia para familias rurales.
Colombia produce más azúcar por mes en una hectárea de tierra que cualquier otro país. El privilegio se debe a la productividad de la caña de azúcar cultivada en el valle del río Cauca, donde 14 plantas procesadoras operan casi todo el año para producir azúcares, mieles, bioetanol y energía eléctrica. La caña es suministrada por 2750 proveedores, propietarios del 75 por ciento de las 240 000 hectáreas sembradas, y por los mismos ingenios o centrales azucareras (25 por ciento del área).
Actores locales y productores agropecuarios en Latinoamérica tienen acceso limitado a la información agroclimática y, cuando logran acceder a ella, tienen dificultades para traducirla en conocimiento procesable y accionable. Si bien los servicios climáticos son reconocidos por contribuir a cerrar la brecha entre la generación de información climática y su uso por parte de las partes interesadas, su provisión y uso en Latinoamérica aún representa un desafío crítico.
La Seguridad Alimentaria y Nutricional (SAN) entendida como la disponibilidad y el acceso a los alimentos de calidad, es fundamental para el desarrollo humano; la sostenibilidad y el progreso del sector agropecuario son primordiales para mantener una oferta de alimentos en cantidad y calidad. En el departamento de Córdoba, la pobreza multidimensional es el doble para la zona rural (51.9 por ciento) con respecto a la urbana (23.3 por ciento). En ese sentido, los productores rurales dinamizan la economía local, contribuyen a generar empleos y con la SAN.
Nicaragua es el país más grande de América Central, y la agricultura es uno de los motores del desarrollo económico y social. El sector agrícola aporta el 16.1 por ciento del producto interno bruto (PIB), el 33 por ciento del empleo formal y la seguridad alimentaria de la población. Alrededor de la producción agropecuaria se integran 260 000 productores.