El aceite de palma es estigmatizado en los mercados mundiales debido a problemas derivados de prácticas de establecimiento que han ocasionado la devastación de grandes extensiones de bosques tropicales en el sudeste de Asia. Este estigma es especialmente evidente en países desarrollados, en donde los consumidores exigen productos respetuosos del medio ambiente. Dicha situación impuso la necesidad de certificar si el aceite de palma que llega a los mercados de altos ingresos proviene de plantaciones que llevan a cabo prácticas sostenibles.